En este artículo, desde Clínica de Psicología Erica López, ahondaremos un poco más en los estilos de apego, más concretamente en las heridas emocionales en la infancia. ¿Qué son?, ¿Cuándo se originan? ¿Qué tipo de heridas emocionales existen?, ¡os lo contamos!.

¿Qué Son Las Heridas Emocionales?:

Una herida emocional es una especie de “lesión afectiva” que nos impide desarrollarnos con plenitud y de forma sana, ya que condiciona la manera de percibirnos a nosotros mismos y a las personas que nos rodean. Puede provocarnos problemas a la hora de relacionarnos y desenvolvernos adecuadamente, dentro de nuestras diferentes áreas vitales.

Son invisibles y se dan tanto en personas con “Trastornos Mentales Graves” como en las que no los tienen (sin embargo, abanderan problemas para vincularse fuera de relaciones virulentas, un bajo autoconcepto o dificultades para adaptarse a los cambios vitales).

Estas cicatrices emocionales se deben de trabajar en “Terapia Psicológica” para que la persona las pueda integrar en su experiencia vital y, de este modo, se pueda desarrollar, más saludablemente, en las distintas parcelas de su vida.

¿Cuándo Se Originan?:

Muchas de estas heridas emocionales surgen en la “Infancia” y se relacionan, directamente, con los “Estilos de Apego Inseguro” que ya hemos comentado en otro artículo anterior.

La niñez es una etapa vital crucial que condiciona el desarrollo de nuestra personalidad (cómo pensaremos, sentiremos y actuaremos en el futuro).

Según se viva, nos catapultará hacia un crecimiento normativo y feliz, o hacia una travesía, nada fácil, con heridas emocionales difíciles de gestionar y que acabarán dejando huella en nuestra identidad según cómo las afrontemos y encajemos.

Las heridas emocionales en la infancia aparecen cuando un niño se ve expuesto a una experiencia real, negativa o traumática (por ejemplo; los malos tratos en la infancia, una crianza desprovista de atenciones y cuidados, el fallecimiento de uno de los progenitores o la enfermedad de alguno de ellos) pero, de igual modo, se dan también cuando la interpretación que el menor hace de la situación es nefasta.

Como estas heridas emocionales aparecen en la niñez, el menor carece de los recursos necesarios para hacer una correcta gestión emocional de las situaciones que está viviendo, por lo que se ve expuesto a un escenario tenebroso donde se encuentra sobrepasado por el dolor, el miedo y la indefensión.

De todas maneras, también se experimentan en la “Edad Adulta” y la angustia por haber sufrido alguna de ellas en el pasado, se reexperimenta y crece en intensidad cada vez que la vida nos embiste con otra nueva (es decir, que pueden ir sumándose y haciéndonos sentir, cada vez, más incapacitados si no trabajamos en ellas).

Las Cinco Heridas Emocionales De La Infancia (Clasificación De Lise Bourbeau):

Lise Bourbeau, una reconocida autora y conferencista en el ámbito del desarrollo personal, identifica en su obra cinco heridas emocionales fundamentales que se originan en la infancia y que pueden influir en la vida adulta de las personas. Estas heridas, según Bourbeau, determinan muchos de nuestros comportamientos, reacciones y patrones de relación con los demás. A continuación, te presento una breve descripción de cada una:

1. La Herida De Abandono:

Suele darse en personas que han experimentado un abandono físico o emocional en su infancia, por ejemplo, el de un progenitor (persona referente para un menor) que desaparece de un día para otro o que no atiende sus necesidades emocionales.

La falta de afecto, cuidado y protección les marcó tanto que se encuentran en constante vigilancia para no ser abandonadas, nuevamente.

Sienten un fuerte temor a quedarse solas, por lo que, en muchas ocasiones sufrirán “dependencia emocional” e incluso tolerarán situaciones dolorosas y caóticas con tal de no volverse a sentir abandonadas (les cuesta poner límites). Otras veces, tomarán la iniciativa de dejar relaciones para protegerse de nuevos abandonos.

Esta herida emocional es propia de un “Estilo de Apego Inseguro Ansioso o Ambivalente”.

La sanación se inicia superando ese miedo a la soledad, trabajando en las inseguridades personales y practicando el autocuidado (pudiendo pasar tiempo de calidad con nosotros mismos y siendo capaces de realizar actividades que nos gustan).

2. La Herida De Rechazo:

El miedo al rechazo es una de las heridas emocionales más profundas porque implica el rechazo hacia nuestros pensamientos, sentimientos y actuaciones, es decir, hacia todo aquello que tiene que ver con lo que representa nuestra propia persona, por lo que ataca, directamente, a nuestra identidad.

La criatura aprende que no puede mostrarse ante sus progenitores tal y como es porque la rechazan, continuamente, de manera privada y pública.

Se origina porque la persona ha estado expuesta a experiencias de no aceptación por parte de familiares o iguales, por lo que ha ido desarrollando el autodesprecio y cree que no es digna de amar, ni de ser amada por nadie. De esta manera, cualquier crítica le genera sufrimiento, el cual, para verse compensado necesitará del constante reconocimiento y de la “persistente aprobación de los demás”.

Esta herida emocional es típica de un “Apego Inseguro Evitativo o Evasivo” y cicatriza trabajando en la mejora del autoconcepto (autoimagen y autoestima). Será necesario atajar las inseguridades para ganar confianza y sentirnos capaces, conociéndonos, respetándonos y queriéndonos a nosotros mismos; en definitiva, “aprender a ponernos en primer lugar”.

HERIDAS EMOCIONALES

3. La Herida De Injusticia:

Esta herida emocional se abre cuando las figuras de apego del menor son frías, emocionalmente, con el niño y le imponen una rígida educación. Estas personas estarán exigiéndole al niño de manera continua, por lo que generarán en él, sentimientos de ineficacia, inutilidad e injusticia cuando las cosas no salgan de la manera esperada.

Estos niños se convierten en “adultos rígidos, incapaces de contemplar otros puntos de vista diferentes a los suyos”. Les cuesta considerar otras maneras de entender la vida y expresan sus opiniones y juicios morales como verdades absolutas y únicas. Les importa mucho sentirse poderosos e importantes y suelen ser personas muy ordenadas y perfeccionistas.

Esta herida emocional es típica del “Apego Inseguro Evitativo o Evasivo” y se cura trabajando en esa rigidez mental; acercándonos a la flexibilidad de pensamiento (intercambio de ideas/opiniones y cómo nos puede enriquecer esto), la tolerancia, la empatía y la expresión de sentimientos.

4. La Herida De Traición:

El niño la sufre cuando se ha sentido traicionado por alguno de sus cuidadores principales (padres o algún familiar allegado). Estas personas pasan por alto el cumplimiento de una promesa, lo cual hace que se quebrante la confianza entre las partes implicadas, instaurándose, con fuerza, en el menor, los sentimientos de aislamiento y desconfianza a causa de la incoherencia manifestada por parte de sus cuidadores principales.

Esta herida emocional da lugar a una “personalidad fuerte, posesiva, desconfiada y controladora”. Se convierten en adultos que le dan mucha importancia a la fidelidad y a la lealtad, pero no hacen un buen uso de estos valores, ya que controlan en extremo para no sentirse engañados.

Esta herida emocional es típica del “Estilo de Apego Inseguro Desorganizado”. La sanación comienza por el trabajo de la coherencia (entre pensar, sentir, decir y actuar), trabajando la confianza y la delegación de responsabilidades en los demás.

HERIDAS EMOCIONALES

5. La Herida De Humillación:

Esta herida emocional tiene lugar cuando el niño se siente desacreditado, criticado y ridiculizado por sus progenitores o por alguna persona de referencia para él, en el ámbito privado y público.

Esto ataca, directamente, a la autoestima del menor, sintiéndose, de esta manera, menos válido y capaz que cualquiera de sus iguales. Aprende que lo van a querer cuando se burlen de él, tal y como hacen sus familiares y conocidos, por lo que su referencia en el amor irá de la mano de esta creencia; “si no me ponen en ridículo es que no me quieren de verdad”.

Se convierten en niños dependientes y pasivos, capaces de hacer cualquier cosa para sentirse capaces. Buscan “sentirse aprobados y respetados por los demás, construyendo su autoconcepto en función de la imagen que tienen los otros de él”. Se centrarán en complacer a los demás para ganárselos, anteponiendo las necesidades de ellos a las suyas.

Esta herida emocional es típica del “Apego Inseguro Desorganizado” y se sana mediante el trabajo del perdón intrapersonal, por no haber dispuesto de las herramientas necesarias, en su momento, para hacerle frente a las personas que tanto daño le hicieron en el pasado. Es fundamental que la persona pueda empezar a contemplarse desde la posición de “adulto valioso”.

Psicóloga Erica López,
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