¿Cuáles Son Los Motivos Por Los Que Fracasan Las Relaciones De Pareja Estables?:

Ya comentamos en la entrada anterior,  «Deseo Tener Pareja Estable vs. Debo Prepararme Para Ser Pareja Estable» que, en los tiempos que corren, hablar de estabilidad en una relación de pareja monógama es, cuanto menos, controvertido, por dos razones fundamentales; “las diferentes variables que afectan a este tipo de relación” (enamoramientos alternativos, interés por nuevas formas de definir y vivir la relación, falta de compromiso, rutina, aburrimiento, saturación, incomunicación, celos, mentiras, bajo deseo sexual, etc.) y también, “la exposición masiva a escenarios” (laborales, sociales, online, etc.) donde nos vemos con múltiples posibilidades de elección, por lo que no terminamos de centrarnos en ninguna, al sentirnos invadidos por la sensación de que, quizás, podamos tener acceso a otra opción más atractiva o más perfecta…

Actualmente, alrededor de un 40% de las parejas estables monógamas viven en armonía, mientras que el 60% terminan separándose. Estoy segura de que muchas de esas rupturas amorosas se podrían evitar si no nos saltásemos, a la ligera, el primer pilar robusto sobre el que se debe sustentar toda relación estable; “la buena elección de pareja”.

Diferentes Momentos Dentro De La Elección De Pareja Estable:

Para elegir bien no tenemos que tener miedo a comparar, ya que toda elección será, siempre, más fiable si la valoramos por “contraste”, pero deberíamos de plantearnos dos momentos distintos a la hora de seleccionar a nuestro compañero sentimental. Esto conllevaría a hacer dos tipos de elecciones diferentes; primero, “elijo conocerte y descubrirte” y después, si todo me cuadra “te elijo como pareja”.

“Elegir conocer a alguien” es una decisión importante (de algún modo, ya estoy decidiendo centrar mi atención en una única persona), pero no definitiva, en cuanto a definirnos con alguien de manera duradera, ya que, si tras un tiempo suficiente, apostando por conocer al otro, descubrimos cosas que no nos cuadran, lógicamente, no podremos seguir avanzando hacia la misma dirección.

Esta “primera etapa” va acompañada de muchas ganas e ilusión por “desenmascarar” al otro y “compartir” con el otro. Querremos ser conscientes, en directo, de qué valores lo caracterizan, de qué rasgos de personalidad lo definen, de cuáles son sus inquietudes y proyectos en sus diferentes áreas vitales, de cómo maneja sus emociones, de cómo se comunica con los demás y conmigo, de cómo trata a los suyos y a mí, de cómo organiza su vida, etc.

Para estar seguros de todo esto necesitamos dedicarle “tiempo” a esta etapa, en la que nuestro objetivo tiene que ser ver al otro “en acción”, sin que nos lo cuenten o sin que nos lo estemos imaginando.

Debemos de hacernos preguntas, tales como; “¿esta persona me atrae en las tres esferas (física, intelectual y emocional)?”, “¿le viene bien a mi vida, es decir, me suma o me multiplica?”, “¿sus valores se asemejan a los míos?”, “¿tenemos intereses o curiosidades en común?”, “¿me divierte su humor?”, “¿vamos a poder coincidir para compartir tiempo juntos?”, “¿me cuadra su modo de resolver un conflicto?”, “¿tiene en cuenta mis emociones y/o sentimientos?”, “¿me siembra dudas o las elimina, por completo?”, “¿me hace sentir cómodo?”, “¿me respeta?”, “¿me siento orgulloso de estar conociendo a una persona así?”, “¿me aporta tranquilidad y estabilidad?”, etc.

Tenemos que tener en cuenta que “vamos a compartir mucho tiempo de nuestra vida con la pareja”, por lo que no habrá nada más saludable que tener la certeza de que nos va a hacer sentir bien, en la mayoría de ese tiempo.

Además, esa persona “va a tener acceso a nuestras más profundas intimidades”, es decir, que con ella vamos a compartir cosas que no compartimos con cualquiera, por lo que es crucial estar seguros de que hará un buen uso de toda esa información; verá fotografías de nuestra infancia muy especiales para nosotros, sabrá cuáles son nuestros miedos más temidos o los que más nos avergüenzan, le pondrá nombre y apellidos a nuestros sueños, se enterará de cuál es nuestra nómina a final de mes o cómo nos gustaría experimentar en el sexo.

Toda esta información deberíamos de brindársela, únicamente, a esos “posibles candidatos” a ganarse nuestro corazón.

La “segunda etapa” dentro de la elección del compañero estable llegará si, tras ese tiempo necesario para conocer al otro, tenemos la sensación recíproca de que podríamos formar un buen equipo donde crecer juntos bajo el mismo enfoque (además, del crecimiento individual de cada uno de los miembros de la pareja, por separado, totalmente necesario también, por supuesto).

De este modo, podremos “elegirnos como pareja seria y firme”. Sin embargo, de no resultar así, nos tocará despedirnos y seguir caminos separados a nivel sentimental.

parejas

¿Por Qué Tenemos Dificultades Para Hacer Una Nueva Elección De Pareja Estable Después De Una Ruptura Sentimental?:

En muchas ocasiones se nos hace complicado saber elegir después de un fracaso sentimental y pensamos que “buscar la perfección” (la cual, ya sabemos que no existe) será un buen criterio para no volver a fallar. Además, corremos el riesgo de caer en dos errores muy comunes cuando volvemos a relacionarnos, con alguien, de manera estable.

Uno de ellos es “la elección por oposición de perfil”; donde elegimos al otro basándonos en criterios opuestos a los que tuvimos en cuenta para elegir, en su momento, a nuestra expareja sentimental, ya que pensamos que son los que nos condujeron al fracaso de la relación.

La realidad es que corremos el riesgo de sobrevalorar los rasgos opuestos, sin centrarnos en valorar los que son adecuados, realmente.

El otro error es “el rechazo a la similitud del perfil”; se produce cuando descartamos a un posible candidato si tiene algún rasgo que guarde parentesco con las características negativas de la expareja.

Aquí, corremos el riesgo de sobredimensionar la importancia de algún rasgo que consideramos negativo, dejando de valorar los posibles aspectos positivos de la nueva persona que estamos conociendo.

Por otro lado, debemos de partir de la base de que solos estamos bien, de que sabemos estar con nosotros mismos, ocuparnos de nuestro tiempo y autocuidarnos en las diferentes dimensiones (física, emocional, mental y social), sin sentir la necesidad urgente de tener que estar con otra persona.

Después de una ruptura sentimental, donde el dolor está presente durante un tiempo determinado y nos indica que tenemos que sanar, es imprescindible “no caer en la búsqueda compulsiva de un amor sano y equilibrado”, ya que, posiblemente, nosotros no estemos en las mejores condiciones de poder crear eso con alguien.

El no darnos un tiempo para reflexionar sobre la relación con nuestra expareja (en el que podamos liberarnos de las culpas funcionales y disfuncionales), junto con la necesidad voraz de volver a tener pareja estable (la cual, viene acompañada de rasgos de dependencia emocional, entre otras características) hace que vayamos encadenando fracaso tras fracaso sentimental, sin trabajar en nuestras carencias a nivel individual, para poder prepararnos para ser una buena opción de pareja estable con otra persona.

Conclusiones:

En muchas ocasiones vamos acumulando malas elecciones de pareja a lo largo de nuestro historial sentimental y es la “Terapia Psicológica” la que nos ayuda a darnos cuenta de que tenemos tendencia a vernos atraídos por parejas en las que vemos reflejados patrones familiares disfuncionales de nuestra infancia, es decir, que solemos perpetuar los mismos patrones familiares insanos con los que hemos crecido.

Por ejemplo; si en mi infancia sufrí abandono físico y emocional por parte de mi madre, ahora, en mi vida adulta, tiendo a desarrollar dependencia emocional con mis parejas. Esto me lleva a estar disponible siempre y a aguantar todo lo que sea necesario, con tal de no sufrir otro abandono más y de no anclarme, nuevamente, en mi asfixiante soledad. Es decir, no sé diferenciar entre relaciones insanas y relaciones sanas.

Todas las personas, en algún momento de nuestras vidas o en varios, estaremos expuestas a fracasos sentimentales. Y es bastante común escuchar acerca de lo necesario que es vivir una ruptura sentimental para madurar. Estoy de acuerdo, pero puntualizaría que lo que nos va a conducir a madurar va a ser “nuestra manera de asimilar esos fracasos”.

Así que, si somos capaces de ser conscientes, en nuestro presente, de los errores cometidos en el pasado, ya no los volveremos a cometer nuevamente, porque habremos aprendido de los amores pasados para afrontar, con mayores garantías de éxito, amores posteriores (aunque eso no nos libre, por completo, de errar; recordemos la idea de “construir el amor”, a diario, bajo intervenciones brillantes y errores garrafales).

Nuestro pasado sentimental nos enseña y nos guía, proporcionándonos la virtud de ir mejorando en nuestra capacidad de elección. En última instancia, “elegir bien a nuestra pareja es un reflejo del amor que somos capaces de tenernos a nosotros mismos”.

Si tengo claro quién soy, cuál es mi dirección en cada uno de mis planos vitales y qué cualidades tendría que tener una persona para estar conmigo a nivel sentimental, seguro que haré mejores elecciones y, obviamente, sabré diferenciar a personas que me merezca la pena conocer, de otras que no me la merezcan.

Psicóloga Erica López,
contacta sin compromiso

TELÉFONO

868 24 72 51

EMAIL

info@psicologaericalopez.es